martes, 28 de enero de 2014

3-0. El derby se queda en Guadalcanal

Ambiente al incio del encuentro en la grada local/AM
El dia 26 de enero del 2014 era un día marcado en rojo para todo guadalcanalense desde el mismo instante en que se hizo público el calendario para esta temporada. Y es que ese día, visitaba El Coso el Liceo Club Alanis. Ese día, después de trece años de ausencia, volvía a disputarse en Guadalcanal "el derby". Un encuentro que siempre ha despertado pasiones entre los aficionados de uno y otro pueblo. Un partido un tanto especial, en el que no importa lo bien que vaya uno o lo mal que se le esté dando la temporada a otro. En un partido de estas características, el rival se creace y David puede tumbar a Goliat con la única fuerza de su fe. Es un partido en el que lo de menos son los tres puntos. Tres puntos que no harán que uno suba ni que el otro baje. Estos tres puntos son los puntos del honor, la satisfacción de vencer al eterno rival. Amigo fuera del campo, enemigo eterno sobre el cesped.
La afición sabía de la importancia del choque, por eso acudió en masa y provista de cánticos y mensajes al rival. La visitante, menos numerosa también apareció con sus inconfundibles colores, sin ningún tipo de pudor, a presenciar lo que hubiera sido una auténtica machada.
Los equipos también sabían lo que se jugaban, y por eso antes del inicio se mezclaban los nervios con la ilusión y las ganas de disputar un partido como éste. Ya se habían visto las caras en la primera vuelta en una mañana de septiembre en la que el Liceo puso todo su pundonor y solo se le escapó la victoria en el último minuto. Sin embargo, este partido no iba a ser igual, no podía ser igual.
De nada servían los precedentes de las últimas jornadas; un Guadalcanal cabizbajo por las dos derrotas consecutivas y un Liceo altivo por su primera victoria en casa ante el Alcolea. De nada servía la posición en la tabla. Iba a ser un partido diferente y eso lo sabía hasta el árbitro, que a la salida de los vestuarios contemplaba asombrado las columnas de humo rojiblanco y el enorme tifo donde se invitaba a la batalla. Enfrente una grada amarilla y negra algo más tímida pero que contribuía a darle color al partido.
Los jugadores celebran el 1-0 sobre el campo/AM
Y comenzó el encuentro. Lejos de pensar que los equipos se guardarían respeto, el primer peloteo fue de una intensidad sin igual, es especial por parte de los jugadores locales, que salieron a comerse a su rival. Y así a los dos minutos Chino de cabeza sirve para que Meji se coloque solo ante el meta amarillo ante la pasividad defensiva visitante y cruzando el balón haga el uno a cero. Estallido de alegría que se refleja en la cara de los aficionados y en la del propio Meji, consciente de la importancia de ese gol, en ese minuto y ante ese rival.
El Liceo se veía aturdido en estos primeros minutos donde Chino unos minutos más tarde se planta solo ante Canuto y perdona lo que podía haber sido el dos a cero. Sin embargo, poco mas tarde, en el minuto nueve si que no perdona y en una jugada calcada a las anteriores, pase por alto en el que la defensa se queda a verlas venir, se planta una vez más solo ante el meta y esta vez si que no falla. 2 a 0 en tan solo diez minutos.
Chino hace el dos a cero/AM
A partir de ese momento Guadalcanal dispuso de ocasiones para dejar sentenciado el encuentro, sin embargo, debieron pensar que en nada ayudaría al espectáculo un resultado abultado antes del descanso. Podría ser tedioso para el publico y para el rival. Por eso levantaron el pie del acelerador y durmieron el partido. El Liceo no supo aprovechar el parón de su rival y solo tuvo dos ocasiones claras que se toparon con un concentrado Jose.

Apertura y sentencia
Tras el descanso el partido adoptó la tónica imperante durante el último cuarto de hora de la primera mitad. Guadalcanal relajado y el Liceo que no era capaz de aprovechar la ventaja de seguir vivo. Un gol visitante hubiera dado vida al eterno rival, lo cual no hubiera sido demasiado sano para los locales y por eso se pusieron manos a la obra y apunto estuvieron Chepa y Tini de poner la sentencia.
El que si la puso fue Meji, que, a falta de diez minutos para la conclusión empalmó un balón desde fuera del área ante el que Canuto hizo la estatua y que supuso el definitivo tres a cero.
De ahí al final tiempo para algún que otro roce normal y cotidiano en partidos como éste. Sin embargo todo terminó en final feliz, con dos equipos saludándose en mitad del terreno y agradeciendo su presencia a sus aficiones.
Equipos saludando a sus aficionados/AM

LO MEJOR: El arranque eléctrico del Guadalcanal. Un Liceo que nunca bajo los brazos. Meji y sus dos tantos. La ausencia de incidentes.

LO PEOR: Los últimos minutos de la primera y los primeros de la segunda mitad que resultaron un tanto tediosos.


lunes, 27 de enero de 2014

ANECDOTAS FUTBOLERAS (XI): "Mala memoria paterna"

 Hace ya algunos años, todavía estaba nuestro terreno de juego de albero, yo tenía un jugador, no recuerdo si era benjamín o alevín, lo cierto es que el pobre (siempre hablando en términos futboleros) era muy cortito en esto de darle patadas a un balón. En los días de partido, lógicamente intervenía menos que otros chiquillos más dotados y su progenitor no paraba de decir con voz bastante alta que el campeonato estaba hecho para que participaran todos los niños por igual, que todos tenían derecho a jugar el mismo tiempo, que no nos jugábamos la champion, que lo importante era que los jóvenes hicieran deporte, etc., etc., en fín, todo aquello que decimos cuando intentamos justificar el poco talento futbolero de nuestros hijos.
     Pero hete aquí, que dos o tres temporadas después, un hermano más pequeño de dicho jugador comenzó su andadura pelotera en los benjamines del Guadalcanal C. D. (en esa época no había ni pequeñines ni prebenjamines) y eran tan distintos como la noche y el día pues el chico no vivía el fútbol, se lo comía, corría por tres, se peleaba con todo quisqui, contrarios y compañeros, lloraba si nos metían un gol, aunque fuésemos ganando por goleada, exactamente la antítesis futbolística del hermano.
     En uno de los primeros encuentros, cuando lo cambié con el fín de que descansara y para que también entrara otro compañero más flojito que él, el mismo padre que poco tiempo antes me reclamaba  más minutos de participación para el mayor comenzó a decir a voces que aquello era fútbol, que no obligaban a nadie a apuntarse, que el que no supiera que se quedara en su casa jugando al parchís, que el que no tuviera condiciones que no estorbara a los que sí las tenían, etc., etc., en fín, todo aquello que decimos cuando creemos que nuestros hijos son superiores balompédicamente a los demás.  
     Me volví del banquillo y le dije que cuando jugaba su otro hijo decía exactamente lo contrario, que cómo podía ser tan veleta y un montón de cosas más que aquí no voy a reproducir pero, no hace falta decir que a este padrazo ejemplar jamás le volvió a fallar la memoria futbolera, al menos públicamente.


                          Antonio Murillo