Guadalcanal C.D: Jose (Jose Mari), Chepa, Pablo, Zeus, Joaqui, Bernardo (Mario), Muri (Lolo), Meji (Cote), Jorge, Rafa (Jaime) y Chino (Gali)
Al igual que si de una película se tratase, el partido de ayer en el municipal de El Coso iba a seguir un guión determinado. Un libreto pensado y trabajado a partes iguales. Una trama central con su planteamiento nudo y desenlace, con sus puntos de giro y su climax. Con tramas secundarias que "hojaldraran" la historia. Un guion donde cupiera la acción y el suspense y que, para aquellos más sensibles, tuviera un final feliz.
Cual épico drama los hombres de Juan Sanchez esperaban a "un preferente" que mira a "Andaluza". Un equipo que encajaba a la perfección en el grupo de los "duros de roer". Conscientes de ellos, el equipo local (que volvía a vestir de rojiblanco tras su paso el jueves por el azul), se conjuraba desde el primer minuto del entrenamiento, sus caras reflejaban la tensión, la pesadumbre del que sabe que va a sufrir. Tocaba un partido diferente, difícil, engorroso y sobre todo sufrido.
Con unas expectativas así todo hacía presagiar una tarde nefasta en El Coso, y los primeros instantes no hicieron más que confirmarlo. Como cabría esperar y tal y como se había fraguado el guion, el equipo de Fuente obejuna saltó al campo mordiendo. Tocando y dominando. Corriendo cual perro endemoniado. Haciendo sufrir a su rival. Era digno de ver una masa de jugadores en campo local mientras que en la mitad visitante apenas paseaba el portero. Los primeros momentos como era de esperar eran de sufrimiento.
Era este un partido donde la defensa rojiblanca podía demostrar su fuerza, su mejoría y su seguridad, o por contra sacar a la luz sus carencias, su fragilidad, la preocupación del aficionado. Era, sin duda, el día clave, y por ello en esta ocasión se pudo ver lo que a buen seguro se verá a lo largo de la temporada, de un lado la gran esfinge de Guiza, Joaqui, de otro la de Gizeh, Zeus. Ambos flanqueando el gran tempo de la portería para que nadie osara a molestar a Jose. En los laterales dos oficiales del ejercito Mesha, Chepa y Pablo, poniendo el alma en el campo y desbaratando cada ofensiva visitante. Con este panorama no era de extrañar que el dominio cordobés no se reflejara en oportunidades. Cuando Jose había de intervenir apenas lo hacia con dificultad. El balón llegaba manso a sus manos. La puerta parecía no peligrar.
La defensa cumplia a la perfección con su trabajo, sin embargo, el equipo no parecía encontrar su sitio de mitad para arriba. Culpa quizás del rival que presionaba muy arriba, que cortaba cada jugada que comenzaba el Guadalcanal o culpa tal vez de que toda la sangre residía abajo y el equipo no se oxigenaba.
Cabía esperar, pues, cuanto duraría la resistencia a las ofensivas visitantes o cuando aparecería alguna genialidad local para romper un partido que se anquilosaba por momentos. Curioso fue comprobar que era, precisamente ese anquilosamiento futbolístico lo que convenía a los nuestros. Un partido dormido acabaría por aburrir al rival, por desesperarlo, por desquiciarlo... y así fue como se salvo esta primera parte, sin una ocasión plenamente clara, sin un "uy" de la grada, pero con la sensación de que el rival se había venido a nuestro terreno, que ya se había planeado un planteamiento y que había aparecido un nudo. Solo faltaba un desenlace.
Otro partido
Tras el descanso, a diferencia de lo que suele pasar siempre, el equipo no salió adormecido. Como novedad Juan no hizo ningún cambio. El equipo había de funcionar si o si. Y tanto que si lo hizo. Ni Rossellini, ni Pasollini, ni siquiera el gran Benigni. La tragicomedia italiana, al igual que el Catenaccio, para la cuna que los meció. Aqui gusta lo bonito, lo vistoso, que a los tres minutos de la reanudación renazca la poesía en un pase genial de Rafa que va a parar a los pies de Chino, quien lleva a buen puerto su idilio con el gol dibujando en el aire una vaselina a modo de corazón. Uno a cero. Que a los tres minutos, Jorge convierta su bota en un guante y la ponga en la cabeza de Zeus y que hasta un rival se rinda al arte y ayude a poner el dos a cero.
Un guadalacanal de ensueño maravillaba en magnificas secuencias a un graderío, un tanto pobre en número, pero muy agradecido.
Sin saber muy bien como, tal vez decidiendo ser protagonistas de su propia historia, Guadalcanal había borrado de un plumazo todo el buen hacer del Fuente Obejunta. Ahora jugaban a su antojo. Lo que antes no salía, ahora era gloria. Donde antes había despiste ahora había pillería, y Joaqui, en el minuto dieciseis, tiraba de veteranía para adelantarse a todos y buscar a Chino que tras un espléndido control y a modo nipón se inventaba un fantasioso patadón que acababa con el gol entre las redes sin que portero ni defensa pudieran hacer absolutamente nada. Era el climax deseado. Con tres a cero guadalcanal se había gustado lo suficiente como para dar entrada a los menos habituales, esos imprescindibles actores secundarios, y que estos pudieran tener su minuto de gloria, tal y como pudo ocurrirle a Gali, quien tocó su primer balón segundos despues de saltar al campo. Lástima que su disparo no fuera tan bueno como el aura que lo acompañó al recibir el certero balón.
En los siguientes minutos hubo tiempo para la historia ganara enteros a base de pundonor. El pundonor que puso Joaqui para sacar bajo palos cuando ya parecía el culmen de una diabólica contra lanzada por el Fuente Obejuna. Un pundonor que obligó a Jose a sacar otra de sus manos milagrosas y encandilar al gradería ofreciendo una garantía bajo palos. Un pundonor que hizo que Zeus mandara un balón al larguero en una falta donde el esferico sorteo la barrera y bajó en tiempo record. Solo faltaba lo que nunca suele faltar, un gol en contra. Aunque este fuera justo por el partido que había planteado en la primera mitad el equipo corodobes, aunque solo fuera por su magnifica ejecución, aunque solo fuera para comprobar que por mucho que se estirara Jose Mari jamás llegaría a detener un balón así. La honra para unos, una mancha que, para otros, no emborronaba en absoluto el magnífico desenlace de la segunda mitad.
La temporada se acerca. Toda la carne está en el asador. Fallos que corregir y hechos que alabar. Mientras llega, no viene mal disfrutar de un particular cine de verano, y de historias con final feliz
